SENCILLAMENTE MAD
Marco Aurelio era ya un cuarentón cuando le exigía a Rosa, la ama de llaves de la casa, comprar dos potes de mermelada a la semana. Aseguraba “el doctor” –así lo llamaba Rosa, aunque su jefe no ostentase ningún título doctoral– que el rico dulce tenía propiedades beneficiosas para el cerebro y la memoria. Tenía que ser de la marca Susy. Le encantaba su color bermellón y su textura durita. Pero cuando dejó de venderse, tuvo que reemplazarla por otra que no satisfacía del todo su goloso paladar. Así es que Rosa, presta a sus caprichos, tenía que cocinar a fuego lento cada pote nuevo hasta encontrar el punto dulce que le gustara a MAD, abreviatura de las iniciales de Marco Aurelio Denegri, que en inglés quiere decir loco. Rosa Torres (64) cuenta esta escena íntima de la vida de MAD en el recibidor de la que fue su casa, ubicada en un parque de Santa Beatriz, a pocas cuadras de la caótica avenida 28 de julio. Frente a ella está la butaca de caoba donde él se sentaba cruzado de piernas a pa...