Aquellos momentos, aquél lugar




La navidad siempre es una época que me pone triste, aunque trate de evitarlo, por algo siempre me deprimo, hoy he tratado de hacer un ejercicio mental y recordar sólo los momentos alegres y felices de mi vida y acabo de llegar a una etapa en la que seguro debí ser muy feliz, es paradójico porque aunque me vea corriendo y saltando de banca en banca, jugando con mis hermanos y posando alegremente para la cámara fotográfica de mi padre, ese lugar siempre está relacionado a momentos más tristes de las personas, pero nosotros o tal vez yo, debí construir un mundo aparte dentro de ese lugar al que siempre llegaba con alegría para tener noticias de mi madre y que recién después de muchos años logré comprender que eran inventos piadosos de mi padre para lograr que yo me porte bien, recuerdo los días soleados llegando temprano, casi siempre empezábamos nuestra sesión fotográfica en la enorme entrada de aquel lugar, creo que ya hasta el guardián y la señora que nos vendía las flores que llevaríamos nos reconocían, el recorrido para llegar hasta donde estaba mi madre siempre lo disfrute, corriendo, llenos de alegría, tal vez llenos de esperanza y en cada lugar esperar la foto en la que casi siempre salíamos con los ojos dormidos, hasta que llegamos, recién un poco más tranquilos nos colocábamos frente a ella, miraba como mi papá colocaba una escalera que para entonces me parecía enorme, creo que llegué a pensar que esa escalera si llegaba al cielo, él subía y se estaba mucho tiempo allí, luego abrazados nos contaba que había conversado con mamá, que le había contado que nos portábamos bien, y nos mandaba decir que si éramos obedientes y nos seguíamos portando bien, pronto vendrá a vernos, terminamos con una oración y nos marchamos nuevamente inquietos y riendo hasta la siguiente semana.

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