MÁXIMA ACUÑA LA DAMA DE LA LAGUNA AZUL
Máxima Acuña recibió el premio Goldman |
Máxima Acuña recibió el premio Goldman, considerado el Premio Nobel del medio ambiente por su lucha en defensa de la tierra y del agua en su natal Cajamarca.
En la ceremonia de premiación, Máxima inició su discurso con una sentida canción, un huayno que compuso sobre la historia que vivió en el enfrentamiento con la minera transnacional Newmont que quiso apoderarse de sus tierras y que finalmente no lo lograra tras ganar la batalla en las instancias judiciales.
Ante la ovación del público, Acuña inició su canto que era casi un lamento:
"Yo soy una jalqueñita, que vivo en las cordilleras. Pasteando mis ovejas en neblina y aguacero. Cuando mi perro ladraba, la policía llegaba. Mis chocitas las quemaron, mis cositas las llevaron. Comidita no comía, solo agüita yo tomaba. Camita yo no tenía, con pajitas me abrigaba. Por defender mis lagunas, la vida quisieron quitarme. Ingenieros, seguritas, me robaron mis ovejas, caldo de cabeza tomaron, en el campamento de Congo. Si con esto, adiós, adiós, hermosísimo laurel, tú te quedas en tu casa, yo me voy a padecer".
Tras el canto, Máxima Acuña culminó con una frase final memorable.
"Por eso yo defiendo la tierra, defiendo el agua, porque eso es vida. Yo no tengo miedo al poder de las empresas, seguiré luchando por los compañeros que murieron en Celendín y Bambamarca y por todos los que estamos en lucha en Cajamarca".
La ovación fue generalizada, le entregaron el premio y ella, entre lágrimas, lo recibió y mostró orgullosa al mundo. La campesina a la que la empresa minera en Cajamarca no pudo desalojar ni doblegar recibe en los Estados Unidos el reconocimiento del mundo por su lucha en favor del medio ambiente.
A 4.000 metros
La lucha de Acuña, una campesina analfabeta de apenas metro y medio de estatura, contra Yanacocha comenzó con la construcción de un camino.
Era 2010 y acababa de pasar tres meses en una choza de su familia a ocho horas de su casa, recuperándose de una infección.
Al llegar a su terreno en Tragadero Grande, a 4.000 metros sobre el nivel del mar en la sierra norte de Perú, vio que algo había cambiado.
La estrecha vereda de tierra y piedras que cruzaba parte del predio se había convertido en un camino amplio y llano.
Su tío, quien se encargó de cuidar la hacienda en su ausencia, le explicó que fue obra de varios trabajadores de una minera que habían llegado con aplanadoras.
Acuña, enfadada porque nadie le había pedido permiso para hacer obras en su terreno, se fue a reclamar a la oficina de Yanacocha en las afueras de Cajamarca, la capital de la sierra norte.
Pero el ingeniero que encontró allí le dijo que esas tierras no eran suyas, sino de la minera -cuenta la campesina-, y que los documentos de compra de la propiedad con fecha de 1994 que Acuña guarda como lo más preciado no tenían valor.
Y es que el consorcio integrado por la empresa estadounidense Newmont Mining Corporation (posee el 51,35%), la peruana Compañía de Minas Buenaventura (43,65%) y la Corporación Financiera Internacional -un organismo dependiente del Banco Mundial-, asegura que las tierras en las que la campesina vive con su esposo, Jaime Chaupe, y sus hijos se las compraron a la comunidad de Sorochuco en 1996 y 1997 para el Proyecto Conga.
Con este proyecto, administrado por Yanacocha, se pretendían extraer seis millones de onzas de oro de las provincias de Cajamarca y Celendín, en el departamento norteño de Cajamarca, y se invirtieron para ello unos US$48.000 millones.
El consorcio planeaba explotar el oro de la zona durante 19 años y prometía emplear en ello a unas 10.000 personas.
Sin embargo, para llevar a cabo la iniciativa, Yanacocha explicó que tendría que secar cuatro lagunas y que construiría a cambio cuatro reservorios, suficientes para abastecer a las 40.000 personas que a día de hoy se surten de ese agua.
Una de ellas era la Laguna Azul, situada justo frente a los terrenos de la familia Chaupe-Acuña.
Y ese es el motivo por el que los quieren expulsar de allí, denuncian los campesinos.
"Usurpación"
El proyecto es polémico desde 2008, cuando se presentó el estudio de impacto ambiental, y los Chaupe-Acuña no son los únicos que se opusieron a él.
En 2012 una movilización regional contra la mina que desencadenó en un enfrentamiento de civiles contra la policía y el ejército, terminó con un saldo de cinco muertos.
Ante eso, el 29 de noviembre de ese año, Yanacocha anunció la suspensión de las actividades del proyecto.
Aunque dos años después, en 2014, tras varios intentos por desalojar a la familia de los terrenos, el consorcio los demandó por usurpación agravada.
Los Chaupe-Acuña perdieron los dos juicios celebrados en la corte provincial de Celendín, y fueron sentenciados a casi tres años de prisión y a pagar cerca de US$2.000 como reparación a la minera, además de abandonar Tragadero Grande.
Pero la defensa apeló a la Corte Superior de Cajamarca, y en unos meses se inició un nuevo juicio.
En ese tiempo, Máxima Acuña y su hija mayor viajaron por Europa para denunciar su caso, y se reunieron con políticos y representantes de Naciones Unidas.
En diciembre de 2014 la Sala Penal de Apelaciones de Cajamarca ordenó la absolución de la familia.
Fue el mismo año en el que Acuña fue elegida Defensora del Año por la Unión Latinoamericana de Mujeres.
Glevys Rondón, directora ejecutiva de la Fundación para el Monitoreo de la Actividad Minera en América Latina y traductora de Acuña durante su viaje a Europa, dice que a diferencia de la mayoría de las defensoras, quienes tienen un discurso articulado, el de la peruana es íntimo y personal. Y reivindica: "En el mundo hay más Máximas".
También recibirán el Premio Goldman Edward Loure, de Tanzania, por sus logros en la titulación de propiedades, Leng Ouch, de Camboya, por infiltrarse en la tala ilegal para documentarla, y Zuzana Caputova, de Eslovaquia, quien consiguió que clausuraran un depósito de residuos tóxicos en su comunidad.
Serán galardonados también Luis Jorge Rivera Herrera, de Puerto Rico, por defender el establecimiento de una reserva natural, y Destiny Watford, de Estados Unidos, por evitar la construcción de la incineradora más grande del país a poco más de un kilómetro de su escuela de Baltimore.
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